Ómicron: la mayoría de las vacunas parecen no evitar la infección pero sí proteger contra una enfermedad grave

El aumento global de las infecciones en un mundo en el que miles de millones de personas siguen sin vacunarse no solamente amenaza la salud de las personas vulnerables

Alessandro Grassani para The New York Times

“Lo que se pierde primero es la protección contra la infección leve asintomática, lo que se conserva mucho mejor es la protección contra la enfermedad grave y la muerte”, dijo un experto sobre las vacunas y su grado de defensa contra la variante.

 

Un conjunto creciente de investigaciones preliminares sugiere que las vacunas contra la COVID-19 utilizadas en la mayor parte del mundo no ofrecen casi ninguna defensa contra la infección por la variante ómicron, altamente contagiosa.

 

Todas las vacunas parecen seguir proporcionando un grado de protección importante contra una enfermedad grave de ómicron, que es el objetivo más importante. Sin embargo, solo las vacunas de Pfizer y Moderna, con una dosis de refuerzo, parecen tener un éxito inicial para detener las infecciones, y estas vacunas no están disponibles en la mayor parte del mundo.

 

Las demás vacunas —incluidas las de AstraZeneca, Johnson & Johnson y las fabricadas en China y Rusia— hacen poco o nada para detener la propagación de la variante ómicron del coronavirus, según muestran las primeras investigaciones. Y como la mayoría de los países han construido sus programas de inoculación en torno a estas vacunas, la brecha podría tener un profundo impacto en el curso de la pandemia.

 

El aumento global de las infecciones en un mundo en el que miles de millones de personas siguen sin vacunarse no solamente amenaza la salud de las personas vulnerables, sino que también aumenta la posibilidad de que surjan aún más variantes. La disparidad en la capacidad de los países para sortear la pandemia se acentuará casi con toda seguridad. Y las noticias sobre la limitada eficacia de las vacunas contra la infección por la variante ómicron podrían reducir la demanda de vacunación en los países en desarrollo, donde muchas personas ya tienen dudas o están preocupadas por otros problemas de salud.

 

La mayor parte de las pruebas obtenidas hasta ahora se basan en experimentos de laboratorio, que no captan toda la gama de respuestas inmunes del organismo, y no en el monitoreo del efecto que tiene en poblaciones del mundo real. Sin embargo, los resultados son sorprendentes.

 

Las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan la nueva tecnología de ARNm, que de manera sistemática ofrece la mejor protección contra la infección de cada variante. Todas las demás vacunas se basan en métodos más antiguos para desencadenar una respuesta inmunitaria.

 

Las vacunas chinas Sinopharm y Sinovac —que constituyen casi la mitad de todas las dosis administradas en el mundo— ofrecen una protección casi nula contra la infección por ómicron. La gran mayoría de los habitantes de China han recibido estas vacunas, que también se usan de manera extendida en países de ingresos bajos y medios como México y Brasil.

 

Un estudio preliminar de efectividad realizado en Gran Bretaña descubrió que la vacuna de Oxford-AstraZeneca no mostraba capacidad alguna para detener la infección por ómicron seis meses después de la vacunación. El 90 por ciento de las personas vacunadas en India recibieron esta vacuna, con el nombre Covishield; también se ha empleado de manera amplia en gran parte de la África subsahariana, donde Covax, el programa mundial de vacunas contra la COVID-19, distribuyó 67 millones de dosis de esa vacuna a 44 países.

 

Los investigadores predicen que la vacuna rusa Sputnik, que también se utiliza en África y América Latina, mostrará índices de protección igual de desalentadores contra la variante ómicron.

La demanda de la vacuna de Johnson & Johnson se había disparado en África, porque su régimen de administración de una sola dosis hace que sea fácil de aplicar en entornos de bajos recursos. Pero también ha demostrado una capacidad mínima para bloquear la infección por ómicron.

Los anticuerpos son la primera línea de defensa inducida por las vacunas. Sin embargo, la inoculación también estimula el crecimiento de los linfocitos T y los estudios preliminares sugieren que estos linfocitos T siguen reconociendo la variante ómicron, lo que es importante para prevenir la enfermedad grave.

 

“Lo que se pierde primero es la protección contra la infección leve asintomática, lo que se conserva mucho mejor es la protección contra la enfermedad grave y la muerte”, dijo John Moore, experto en virus de Weill Cornell Medicine en Nueva York. Calificó como “un resquicio de esperanza” el hecho de que, hasta ahora, la variante ómicron parece ser menos letal que la variante delta.

 

Pero esta protección no será suficiente para evitar que ómicron produzca un trastorno mundial, afirmó J. Stephen Morrison, director del Centro de Política Sanitaria Mundial del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos.

 

“La mera escala de la infección saturará los sistemas de salud, tan solo porque es probable que el denominador sea muy grande”, advirtió. “Si se produce un estallido de infecciones en todo el mundo, una conmoción, ¿cómo se verá el mundo después? ¿Será un: ‘la guerra ha terminado’ o ‘la guerra acaba de entrar a otra fase’? No hemos empezado a pensar en nada de eso”.


Es probable que las personas vacunadas que se contagien experimenten únicamente una infección asintomática o una enfermedad leve, no obstante pueden transmitir el virus a personas no vacunadas, que podrían enfermarse de forma más grave, y convertirse en una fuente de nuevas variantes.

 

Seth Berkley, director general de Gavi, la alianza mundial de vacunas, dijo que se necesitan más datos antes de sacar conclusiones sobre la efectividad de las vacunas contra la variante ómicron y que la vacunación acelerada debe seguir siendo el eje central de la respuesta a la pandemia.

 

Los datos preliminares de Sudáfrica sugieren que con ómicron hay muchas más posibilidades de que las personas que ya enfermaron de COVID-19 se vuelvan a infectar que con el virus original y las variantes anteriores. Sin embargo, algunos expertos en salud pública creen que los países que ya han pasado por olas brutales de infecciones de COVID-19, como Brasil e India, pueden tener un amortiguador contra la ómicron, y la vacunación después de la infección produce altos niveles de anticuerpos.

 

Con material de: New York Times

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